El aumento de los costes de los insumos y las crecientes exigencias para mejorar la salud del ganado están empujando a los productores a examinar de cerca la forma en que gestionan la enfermedad respiratoria bovina (ERB), uno de los retos sanitarios más persistentes de la industria de la carne de vacuno.
Chevy-Lynn Vaske, K-State Extension news service
Investigadores de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Estatal de Kansas presentaron recientemente los resultados de tres ensayos de campo en los que se probaron estrategias de tratamiento en instalaciones de engorde reales.
Renter hizo hincapié en que el objetivo de los estudios no era hacer recomendaciones generales, sino generar datos de alta calidad que los veterinarios y productores puedan utilizar a la hora de tomar decisiones sobre tratamientos específicos para cada caso.
"Esa es realmente la misión de nuestro centro: proporcionar buena información a las personas que más la necesitan", afirmó.
Los tres ensayos se realizaron a lo largo de varios años en colaboración con veterinarios y productores. Se inscribieron terneros con distintos niveles de riesgo de enfermedad, y los diagnosticados de ERB fueron asignados aleatoriamente a distintos tratamientos antibióticos. Los investigadores hicieron un seguimiento de resultados como la mortalidad, el retratamiento y la enfermedad crónica.
El primer ensayo, centrado en terneros de alto riesgo que recibieron metafilaxis a su llegada, no halló diferencias significativas entre las dos opciones de tratamiento. El segundo ensayo, realizado en una población similar pero con un grupo de tratamiento añadido, descubrió que una opción reducía significativamente la mortalidad.
"Estos tres estudios reflejan algo que hemos visto una y otra vez en la investigación de la ERB: No existe un único tratamiento óptimo", afirma Renter. "Los resultados son a menudo incoherentes porque el ganado que introducimos en las explotaciones de desvieje y cebo es muy diferente entre sí. Por eso, la elección del tratamiento debe hacerse en consulta con un veterinario que conozca el ganado y la explotación concretos."
El equipo también evaluó el impacto económico de la intervención contra la enfermedad.
"La economía importa más ahora que hace un año", dijo Renter. "El ganado vale mucho más, por lo que reducir las pérdidas por muerte puede tener una rentabilidad mucho mayor. Pero esos beneficios van a depender del nivel de enfermedad que se observe y de los costes de intervención."
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